jueves, marzo 19, 2009

Ama de casa (des) perfecta. Ana María Baker

¿Ojos en mi sopa?, Ann Mary la exótica Inca.


Lo dicho: una de mis pocas “virtudes” en mis inicios (que una, a punta de fuerza va aprendiendo) era la cocina. Y bueno, me tenía que tocar una de las pocas personas en el planeta que no tiene ningún tipo de interés por la comida. (Es decir, él y yo totalmente incompatibles en eso, y mis amigos pueden dar fé, ¡espantados! de los kilasos que me he regalado generosamente estos años).

Entonces podemos decir que: a Bob le puedes dar CUALQUIER cosa con CUALQUIER salsa extra picante y mientras más suda, ¡más rico! En un principio resultó bastante frustrante pero ahora he de confesar que ¡¡¡me simplifica la vida de forma infinita!!!.

Eso no quiere decir que de vez en cuando no me inspire y cocine algo peruanísimo (¡riquisisímo! -dejémoslo en claro-), pero regresemos a hace casi cuatro años atrás…

Decidí (bajo puro antojo) hacer sopa a la criolla para impresionarlo… asi que hago la lonchera de Bob con su sopita (nunca le confesé que las comidas normales tienen platos que se consideran entrada y segundo, para él TODO es un plato fuerte)… llega su hora de almuerzo, abre la lonchera y casi se desmaya cuando vió lo que a él le parecieron un par de ojos. Aterrado pensó: ¡¿Y AHORA qué ha hecho Ana María?! (sigo sin comprender su pensamiento y su cerebro marchando a mil, ¿comeran ojos de animales, me estará tratando de embrujar? ). Luego de agarrar valor, con una cuchara decidio “explorar” el platillo y descubrió que eran un par de inocentes huevitos duros… digamos que hasta ahí podia echarme el “pato” de todo, pero él también tiene sus BOBadas (que no son por ser tontas, sino MUY de él) aliviado de que le hubiera tocado una esposa “un poco” excéntrica pero dentro de un rango de normalidad, mete su comida al microondas sonriendo, contando la anécdota a sus compañeros que hacían fila detras de él, esperando su turno para el horno, cuando de pronto… ¡¡¡PUFFFFF!!!, ¡explotan los huevos con toda la sopa y el microondas queda hecho una desgracia!. No le quedó nada más que, todo sonrojado, ponerse a limpiar bajo la mirada impaciente y ya nada sonriente de sus compañeros…

Después de eso, en su lonchera, de tiempo en tiempo, encuentra una etiqueta que dice: ¡¡¡DO NOT MICROWAVE!!!.

Igual él, con mucho orgullo, le cuenta a sus compañeros que su esposita le cocina especialmente para que tenga comida casera. ¿Comida casera siempre? !Jaaajajajaja!!! Hay algunas mentiritas que se consideran “blancas”, al menos eso escuché y lo aplico en mi vida, nunca nada de importancia, pero de que existen, EXISTEN…

En busca de simplificar mi vida, vivo en una constante exploración de productos muy buenos que puedan ayudarme en esa tarea… y la verdad, el que busca, ¡encuentra!. Por ejemplo, la salsa de tomate que con un par de toques (¡hierbitas aquí, hierbitas allá!, puede parecer que una se pasó el día pelando e hirviendo tomates.

Asi, llegué a las sopas de sobre. No seamos simples y jamás ¡hagamos una de pollo! En mi búsqueda encontré una de chile, asi que llevo el sobrecito a casa, más tomatito, mas frijolito, mas carnecita molida y… yami yami. ¡Buenísima!.

Bob, fascinado (¡lo dicho! Era picante) me dice todo impresionado: ¿la hiciste tú? Y yo super seria y con aire de ofendida respondo: ¡POR SUPUESTO!, ¿¿¿De qué otra formaaaaa???, ¡No way!.

Todos erámos felices bajo el sol del tío de Sam, hasta que un día se lo ocurrió acompañarme al super y, derepente, en la sección sopas ve un dibujo, me mira y empieza a reírse… la foto de la sopa era identica a su plato.

En esta occasión podemos decir que aprendimos a:
1. No toda la comida es apta para los modernismos.
2. No tienes que pasear a tu esposo por TODOS los pasillos del supermercado. ¡Ah! el fondo musical, definitivamente es de Menudo.